Y la única respuesta que se me ocurrió fue responder con la misma palabra, pues ser feliz es ser feliz, tener felicidad... ahora reflexiono y pienso que es algo más que eso...
Dicen que enamorarse es un acto reflejo... como tener miedo. Yo fui una niña sin miedo; no me asustaban los fantasmas, ni los monstruos, ni la oscuridad. Podía mirar debajo de la cama segura de que no había esqueletos ni vampiros. Podía enfrentarme a las niñas de 5º segura de que no me quitarían la merienda. Y así, hasta hoy, segura de que puedo coger una mágnum y avanzar por un callejón vaciando el cargador, porque no es eso lo que me da miedo. Lo que me aterra es decir que si a algo que no podré cambiar mañana... Pensar en un sofá para toda la vida, en un crédito hipotecario, en una declaración conjunta o en un ''esta tarde tenemos que hablar'' buscar colegios y canguros y pensar en un lugar para vivir cuando ya no tengamos pulso para sostener la mágnum. Y de pronto todo ese terror se empieza a disfrutar como el looping de una montaña rusa, y eso es la felicidad, disfrutar de lo bueno y vivir sin miedo lo malo, aprovechar cada momento y sonreir.