Dicen que el destino está escrito antes de que nazcamos. Yo sólo sé que es la realidad más injusta que he conocido. Hagas lo que hagas estás destinado a recordar, a vivir mientras te lata el corazón, a sentir cada cruel puñalada de la vida sobre ti, y a llorar a las esperanzas muertas. De la misma forma que tienes derecho a sonreír cuando, inconscientemente, la vida te regala un respiro de felicidad, un beso o algo por el estilo. Pero esas veces son contadas. Y cuando pasa el tiempo te das cuenta de que no es cuestión de fuerza, ni de aguante, como creen muchos, si no de poder respirar cuando no hay aire en ninguna parte, de tener la capacidad de andar cuando no hay camino, de poder ver cuando todo está oscuro, y de intentar vivir cuando no hay vida. Todos tenemos un límite de fuerzas y esperanzas, pero eso, a la vida, le da igual.